La ONG Solidaridad Internacional ha puesto en marcha un programa de ayudas económicas para Haítí. La situación es dramática y extrema. Para el perro flaco todo son pulgas y, un terremoto que supera el grado 5 en la escala Richter ha provocado una catástrofe equiparable a una plaga del Antiguo Testamento en una pequeña isla de no más de 10 millones de habitantes y que es, para más inri, el país más pobre de todo América Latina.
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Hay que felicitar a Solidaridad Internacional por esta iniciativa y, sobre todo, por la celeridad de la misma.
La única manera de apostar por el multilateralismo, por una política exterior basada en la cooperación y de lograr que proyectos esperanzadores como la Alianza de Civilizaciones o la intensificación y colaboración estrecha en pie de igualdad con Iberoamérica sean una realidad es predicar con el ejemplo.
Después de la terrible desgracia que se ha cebado con Haití, es el único consuelo que le queda a uno. Acciones -que no gestos- como éste de España son los que contribuyen a enterrar de una vez la política “del garrote” en las relaciones internacionales.
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